martes, 5 de julio de 2016

Lo malo no dura para siempre. Y ahora lo sé.

Cuando las cosas andan mal, quiero salir corriendo a escribirlas. Ponerlas en palabras, me ayuda a pensarlas, a asumirlas, a no sufrirlas tanto, pero nunca encuentro el hueco necesario en mi día para hacerlo. Y entonces el hueco se va haciendo acá en el alma, en los nervios, en el cuerpo.

 Muchas cosas pasaron en estos años, de las buenas y de las malas.
La vida y la muerte, también.
La vida se me llenó de risas, de llantos, de abrazos, de besos y de amor de la mano de un chiquitín de carácter fuerte y decidido.
Y la muerte, que hasta ahora nunca me había tocado de cerca, vino disfrazada de ACV a llevarse a mi papá y a dejar a mi hijo sin su amigo incondicional.

Hace años que la tristeza a veces me dobla pero ya no me agobia. Con las penas pasadas aprendí que la alegría siempre vale la pena y que los momentos difíciles duran menos si no le damos tanta importancia. Pero en esos días en que todo se tuerce, me hace falta escribir. Es mi manera de gritar, es mi mejor manera de llorar, es mi mejor forma de nacer.

Hoy es un día bastante oscuro. Es apenas una pérdida material, pero que trae desencuentros con gente que quiero y angustias innecesarias. O tal vez sea la acumulación de pérdidas, pequeñas y grandes, que rodean a mi familia desde hace casi dos meses. Todo suma para la angustia de hoy, todo agranda ese nudo en el pecho que se convierte a veces en un torrente de lágrimas y colabora con los males de mi cuerpo. Mi cuerpo siente mis tristezas y se ensancha. Siempre. Es como si las penas se me metieran adentro y me convirtieran en otra. Y después, cuando me calmo, ya no me desinflo. Necesito mucha fuerza y una cabeza comprometida, para volver atrás y sentirme mejor. Necesito esa concentración ahora.

Por eso escribo, por eso le saco el polvo a este blog, para sanar, para exorcizar las malas energías, para gritarle a quien sea que esta vez no, que esta vez puedo llorar y patalear pero que nada que va a quebrar porque lo malo no dura para siempre, y ahora lo sé.