viernes, 26 de junio de 2009

¿Miedosos o masoquistas?

¿Somos masoquistas? ¿Realmente nos gusta sufrir? Llegué a esta interrogación después de una larga reflexión ¿Es difícil ser felices o somos tan cobardes en no permitirnos llegar a esa felicidad que todos buscamos como el santo grial?
Entiendo que es muy difícil llegar a la plenitud total (como yo llamo a la felicidad), todavía no conozco a nadie que lo haya logrado, pero muchos no hacen el intento de alcanzarla, ni siquiera aproximarse a algo realmente parecido. Llegué a dos conclusiones mas o menos aproximadas. La primera es que es por miedo a que esa cosa llamada “felicidad” huya o se escape rápidamente. O bien que en definitiva somos masoquistas y nos gusta sufrir. Es por la segunda conclusión que me inclino más hoy, ya que conozco varias personas así y durante largas observaciones noté que son dignos casos de estudio.
Ya sé que vivimos en un país donde cada día cuesta mas sonreír, pero creo que no todo es un cielo negro cubierto por la tormenta, sólo hay que saber observar. Todos andan corriendo (me incluyo a veces) y ven, pero nadie observa. ¿Tan mala puede ser la vida de uno? ¿Acaso sólo se compone de partes negativas? Sólo alcanza con ver la mochila de conflictos que lleva el de al lado para darse cuenta q no sólo no somos los únicos con problemas, sino que existen problemas aún peores que los nuestros. Todo tiene solución menos la muerte. La vida es un enredo de problemas que debemos desenredar y saber ovillar. ¿Pero por qué algunos se empeñan en enredarla más?
Más allá de todo lo malo que pueda suceder tenemos que saber “observar” el mundo que nos rodea: la familia, los que la tenemos, y los que no, tienen amigos, y los que no tienen amigos tienen un mundo entero por descubrir.
Siempre es bueno tener un oído amigo para descargarnos y contar nuestros problemas, pero también es bueno saber apreciar que ese oído quiere escuchar cosas buenas, porque la vida no sólo se compone de cosas malas. A mí sólo me basta con observar los ojos de mi sobrino o sentir el perfume de mis flores preferidas para darme cuenta que le tengo que agradecer a la vida o a ese ser divino (que algunos llaman Dios) por darme la oportunidad de detenerme en esas pequeñeces que me llenan el alma. ¿Qué más hace falta? Con el tiempo descubrí que el dinero no hace la felicidad, un par de zapatos puede calmar una angustia temporalmente, pero el problema sigue estando dentro nuestro. No nos rodea un mundo material, eso es efímero, lo que perdura es la esencia de cada cosa que vivimos.
Hay que saber, o mejor dicho, aprender a apreciar cosas tan simples, como la presencia de alguien, un aroma, una simple canción o un instante. También debemos entender que no se puede tenerlo todo, lamentablemente la vida no es una película de Disney con final perfecto, la vida en si es imperfecta, nacimos para sufrir, pero debemos aprender (insisto) a no acostumbrarnos a sufrir, porque a largo plazo se hace permanente y luego nos alejamos de esas posibilidades que nos pueden llegar a hacer felices.
Para concluir, una frase que resume lo que tan difícilmente me cuesta explicar: “Que las lágrimas que derramas por no ver el sol no te permiten ver las estrellas” (William Shakespeare)
Estas estrellas existen, sólo hay que saber “observar”
*Noe*