sábado, 13 de abril de 2019

Romper un corazón

A veces me pregunto en qué piensan esas personas que destruyen corazones. ¿Qué es lo que sienten cuándo saben que lo que están haciendo puede marcar para siempre a las personas que lo aman e igual deciden hacerlo? ¿Saben que además pueden destruir su propia historia?
Hay dolores que son tan profundos que uno nunca puede volver. Hay tristezas que uno intenta olvidar pero vuelven una y otra vez como un huracán. 
Y entonces te preguntás si es tu culpa. Y empezás a dudar de vos mismo, de lo que diste, de lo que no diste, de tu dolor. Y te empezás a preguntar en qué momento fallaste para que el otro necesitara clavarte un puñal. O dos. O tres. 
Pero no, no sos vos. Lo que el otro decide hacer no es tu culpa. Tu culpa es hacer de cuenta que no pasó. Pero sí, te dolió, algo se rompió  y eso es para siempre. 
Entonces cerrás fuerte los ojos y contás hasta diez esperando que se produzca la magia. Pero el dolor del pecho no se va. Y te empiezan a brotar las lágrimas y la bronca. ¿Por qué? ¿Para qué? Y te quedás en el infierno, llorando por todo lo que no van a volver a ser. 
Y te vas consumiendo entre las dudas. ¿Perdonar tal vez? ¿Cómo se perdona sinceramente cuando hay un pozo gigante entre los dos?
Y te dormís esperando que la noche se lleve la tormenta. Pero despertás todas las madrugadas asustada, sabiendo que no habrá nunca más paz. 
¿En qué piensa la gente que decide romper un corazón?