domingo, 1 de enero de 2012

Después de un muy difícil 2010, la vida me dio un respiro. No puedo quejarme para nada del año que se va. Uno siempre quiere un poco más, pero soy completamente feliz con todo lo que conseguí en 2011.
El único gran golpe a mi cansado corazón fue el descenso de mi equipo del alma. Ver a River en la B y aguantar risas, comentarios y cargadas fue lo más difícil de los últimos 6 meses. Pero sacado eso, estoy en paz conmigo misma, que es lo que más importa. Hoy tengo un trabajo que me permite hacer algunas cosas y soñar con otras, tengo algunos proyectos y cosas que empecé y están a punto de concretarse, tengo amigos, una familia que amo y ganas de vivir la vida.
Para ser sincera, suelo ser pesimista, pensar siempre en negativo y tener días de mucha tristeza, pero en el fondo siempre tengo ganas de vivir y es eso lo que me mantiene en pie. Disfruto la vida, más allá de que a veces me sienta sola, de que quisiera tener amor, de que me gustaría haber podido concretar sueños y vivir de lo que amo. A pesar de que la vida no me salió como la soñaba, las ganas de vivir siempre me sacan adelante.
Hace unos años, después de unos 365 días muy difíciles, decidí que no volvería a hacer planes a comienzo de año porque nada sale como uno lo piensa y después duele, que mejor es dejar que la vida te lleve por donde quiera e ir disfrutando o esquivando lo que llega. Y funcionó. El año que siguió fue lindo. En este 2012 tampoco quiero hacer demasiados planes. Confieso que me da miedo que la paz del 2011 sea la antesala de una gran tormenta, pero tengo la esperanza de que no sea así, que esa calma sea simplemente la transición entre un año doloroso a uno completamente feliz.
Mi proyecto más grande para este año es mi casa propia. Ojalá pueda empezarla a fin de año. Después hay montones de cosas que quisiera que se den, pero si no llegan, puedo esperar. La vida me enseñó a tener paciencia y de a poco voy aprendiendo que casi nunca salen las cosas como uno quiere, pero que eso no tiene de desalentarte porque lo que llega es diferente, pero en general también es bueno.
Gracias al 2011 que pasó por los amigos nuevos y por los de siempre, por mi familia, por mi ciudad, por mi trabajo, por mi alegría por las cosas pequeñas, por enseñarme a valorar lo que tengo y a enojarme menos, por las pocas lágrimas, por los pequeños momentos parecidos al amor, por hacerme más fuerte. Y unos pocos deseos para el 2012: La felicidad de la gente que amo, la fortaleza para resistir los días en que me pega la soledad y la certeza de que vale la pena vivir. Y ya que estamos, mi carnet de conducir en el próximo mes y el ascenso de River.
Nada puede ser peor de lo que ya viví. Ahora me toca reírme y crecer. Bienvenido 2012. Confío en vos. Y en mí.

*Ita*


No hay comentarios: