domingo, 16 de marzo de 2008

Más muerte en el fútbol

(Los amigos de Emanuel, sin consuelo)

Uno se pregunta por qué. Y no encuentra respuestas. Uno siente la pasión por el fútbol, por sus colores, por su equipo del alma. Pero igual no logra entender qué eso valga mucho más que una vida.

Es que no hay explicación posible para semejante locura, es que ni la cabeza ni el corazón me dan una respuesta coherente a ese interrogante: ¿por qué?
Emanuel Álvarez murió ayer cuando iba a la cancha a ver a su equipo del alma, Vélez. ¿Por qué no pudo llegar? ¿Por qué esa fiesta que es el fútbol tiene que convertirse en muerte, en dolor? Si alguien conoce la respuesta, que me la diga, porque no hay forma alguna que entre en mi cabeza.
El fútbol es fiesta, es ir a pasar la tarde con tus amigos y ver a tu equipo del alma, es cantar, gritar, sufrir por ese gol que no fue, ser feliz por la victoria. O eso debería ser. Sólo eso. Pero no, hay siempre un grupo que se dedica a arruinar todo, son esos que no valoran la vida de nadie, que destruyen el fútbol, que logran alejar al verdadero hincha de la cancha.
Porque a mí que nadie me venga a decir que esos que matan son hinchas. ¿Matan por la camiseta? No, matan por intereses, por locura, por un desprecio por la vida que no tiene explicación. Esos no son hinchas. Esos que amenazan jugadores, que planean emboscadas para los hinchas visitantes, que llevan un arma a la cancha, todos esos no son hinchas. Son gente que hace del estadio y sus alrededores, su campo de batalla. Y los verdaderos hinchas son aquellos que se quedan en sus casas a mirar el partido por la tele y que jamás llevan a sus hijos a conocer la camiseta que aman por miedo a lo que pueda pasar. Y son aquellos, los que se arriesgan, los que van a la cancha y se olvidan del miedo, pero no se pueden descuidar porque todo puede pasar en el Estadio. O alrededor de él.
Da mucho odio y mucha impotencia. Es un dolor que toca a todos los que alguna vez fuimos a la cancha. Podrías haber sido vos, yo, tu hijo, tu hermano. Hoy fue Emanuel, ¿mañana quién? Él se fue, pero quedamos de este lado un montón de hinchas que nos preguntamos como sigue esto. El fútbol no se va a acabar, porque hay montones de intereses de por medio. Y los violentos tampoco, porque también hay intereses en eso. ¿Entonces qué? ¿Cerramos los ojos y hacemos de cuenta que acá no pasó nada? No se puede....
¡Basta de muertes! ¡Basta de matar a la gente con la excusa del fútbol! ¡Basta de toda esta locura sin sentido! Llegó el momento en que hasta digo: Basta de Fútbol. Si eso que amo va a generar tanto odio, tanta rivalidad, tanta estupidez, que se termine YA.
Emanuel tenía 21 años y lo mataron de un balazo cuando iba en el micro camino a la cancha de San Lorenzo. Emanuel no es un caso aislado, tristemente es UNO MÁS. Uno más entre tantos que se fueron vistiendo la camiseta que los hizo feliz. Uno más que por ahora no tendrá justicia. Uno más con un asesino anónimo, que lo dejó sin vida y nadie lo vio. Uno más que murió por el fútbol, por sentir esa pasión inigualable, la de ser feliz gritando GOL.
Emanuel ya no podrá festejar. Y nadie se merece eso. No hay razón alguna que explique por qué alguien tiene que morir por amar ir a una cancha.
Este post no intenta dar respuestas, sino hacerse preguntar. Y expresar indignación, tristeza, dolor. Por qué y hasta cuándo son mis preguntas. Las respuesta no las encuentro ni en la banda de mis amores...


La noticia (Diario Olé - 15/03/07):
"Alrededor de las 16.15, Emanuel Álvarez murió de un paro cardiorrespiratorio después de recibir un balazo certero y final en Perito Moreno y Mariano Acosta, justo frente a La Quemita. Emanuel iba con medio cuerpo afuera, gritando por El Fortín, ilusionado con su Vélez de punta y ansioso por ese clásico que estaba por vivir. Viajaba en el cuarto micro de una larga fila de 40 que había partido desde Liniers, como siempre que el equipo juega fuera de casa. Entendió poco y no tuvo tiempo de nada cuando sintió ese ardor en el pecho que terminaría sacándole la vida a los 21 años. La ambulancia del Same llegó a las 16.02 a la esquina de Balbastro y Perito Moreno, a unos 200 metros del lugar del impacto. Habían pasado 20 minutos desde el llamado. Emanuel ya agonizaba, se terminó de descomponer en el camino al hospital."
"Nadie sabe cómo fue. Ahora, poco después de las siete de la tarde, pasa un colectivo 132 por la puerta del Hospital Parmenio Piñero. Está repleto de hinchas de San Lorenzo que acusan a los de Huracán por la muerte. Primera hipótesis: el tiro salió del predio del Globo. Otra versión indicaba que el balazo había salido desde una parrilla ubicada enfrente de la Quemita, aguantadero habitual de algún sector de la barra de San Lorenzo. Y la Policía había agregado una tercera teoría, la de una interna en la barra de Vélez. Hay una chica que dice haber visto todo: un auto blanco, el verdugo vestido de San Lorenzo que baja y dispara la bala feroz, fatal. Dice que vio todo menos la cara del asesino. Sí, otro asesino invisible.
"Después de romper los alambrados de la popular, amenzar a los jugadores para que no se juegue el encuentro y recibir la represión policial, los barras juntan los trapos y van a buscar revancha. La escena es violentísima: los vándalos paran frente a la Quemita y cargan piedras. El empleado de la YPF que está en diagonal corre a guarecerse en el baño de la estación de servicio. El portón de ingreso al predio de Huracán cede bajo el peso de varios cuerpos descontrolados. Enfrente, vuelan mesas, sillas, ventanas. Saltan los vidrios del restaurante. La Policía no aparece. Apenas un agente mira a la distancia, tan escondido como el empleado del surtidor. El comisario Guillermo Benedicto, de la seccional 34, es contundente: "El operativo no falló, fue perfecto. El hecho se produjo fuera de nuestra jurisdicción (es terreno de la 36). La responsable es la División Operativos".
"Emanuel es otro muerto de nadie. De Huracán. De San Lorenzo. De Vélez. De la Quemita. De la parrilla. Del fútbol. De todos. Sí, Emanuel es otro muerto de todos nosotros"


*Ita*

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