jueves, 1 de mayo de 2008

Escribir...

"Escribir, escribir hasta que ya no me queden fuerzas, eso quiero. Quiero vivir y morir con la lapicera en las manos.
Quiero escribir sin presiones, quiero que me sirva para lo de siempre, para descargarme, para no sentir el peso del silencio en el cuerpo, para sentirme vacía y llena a la vez. Vacía por sacar todo lo que ya no puedo tener dentro y llena porque así me siento cuando hago lo que más me gusta en la vida.
Escribir, sin dudas, me hace bien, me hace sentir libre, puedo decir lo que quiera sin medirme, sin mierods, puedo entender pienso y ordenar lo que siento, puedo ser yo por un instante y decir "tengo miedo", si lo tengo, o gritar si me dan ganas, llorar si me hace falta y contar con detalles cada alegría para volver a revivirla más tarde.
Aprendí a escribir para no sentirme sola, aprendí que el papel me escucha siempre, que puedo decir todo lo que no quiero contar o lo que no quieren oír. Entendí que no soy yo si no escribo aunque sea una palabra por día. Es mi forma de vivir, es mi forma de crecer.
Eso quiero hacer, escribir. Quiero, necesito escribir. Necesito libertad, necesito hablar. No sé hablar con la voz, no me sale, no me gusta, no se escucha. Sé hablar con letras, así aprendí a decir, a contar, a guardar. Mi vida está llena de letras, moriría sin ellas. No podría guardar dentro mío lo que digo con ellas.
Ya sé que no soy como todos y que muchas veces duele ser "rara", pero así aprendí a llevarlo, escribiendo. Sin esto moriría.
Quiero escribir. El día que ya no pueda, mejor va a ser morir."

Eso lo escribí hace años, cuando era más chica, cuando la vida me permitía cada tarde sentarme frente a mi cuaderno y decir cada cosa que sentía, pensaba, soñaba o pasaba por mi vida y mi cabeza.
Hoy la vida es distinta. Quisiera seguir siendo un poco rara, ahora me doy cuenta que eso estaba bueno. Y quisiera poder seguir hablando a través de letras. Mi voz hoy puede hablar, comunicar, contar, opinar, informar pero todavía no aprendió a hablar de mí. Mi voz se pone muda de repente cuando tiene que decir que pasa dentro de mi cuerpo y mi corazón. El resto de mi cuerpo habla, hablan mis ojos, hablan mis manos, hablan mis gestos. Pero la mayoría de la gente no está acostumbrada a mirar al otro, a detenerse en su expresión. Si la voz no habla, no se escucha. Por lo tanto, las letras siguen siendo mi mejor forma de contar.
Estoy segura que si ahora tuviera tiempo y ganas de sentarme cada día a marcar en una hoja lo que siento, muchas cosas serían distintas. Sentiría mucho menos el peso del silencio, estaría más libre de mí misma, sería menos fuerte ese nudo que aprieta el pecho. Estaría más tranquila con la vida, con los otros, conmigo, con todo. Pero no, el dolor, la bronca y las alegrías se acumulan dentro mío, en un cuerpo que ya no soporta tanto estorbo, tantas palabras queriendo salir.
Cuando era chica solucionada todo con una carta. Pero crecí y entendí que había situaciones que requerían de mi voz. Pero no, no pude, la voz no salió. Si hubiese podido decir todo eso en palabras escritas, todo se habría solucionado. Pero había que hablar de mí y no hubo solución. ya no están...
Hoy escribo menos, pero no dejen que mis cuadernos se terminen. El día que ya no escriba, el silencio puede ser mortal...

*Ita*

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