sábado, 10 de noviembre de 2007

Soledad que duele

Enorme tristeza, mucho dolor y una gran soledad. ¿Qué puede ser peor que sentir todo eso junto?
Sin dudas, lo que más lastima es esa sensación de mirar hacia el costado y no ver a nadie. No puedo acostumbrarme a eso, me resulta completamente desconocido y me niego a hacerlo parte de mi vida. Y sí, me hacen falta, más allá de todo me hacen falta. Y duele que no estén cerca.
No sé si es idea mía o realmente es así, pero cada vez siento más profundo ese vacío, se hace cada vez más grande, más difícil de esquivar.
"Mientras aprendo de esta soledad que desconozco me vuelvo a preguntar si sobreviviré", dice una canción. Por ahora estoy resistiendo, ¿pero cuánto más puedo aguantar?
Extraño los días llenos de voces, de las chiquititas y de la grandes. Extraño buscar soluciones a la vida de todos. Extraño la confianza que tenían en mí. Y extraño confiar en alguien.
Ya no creo en nada ni en nadie. A mí alrededor todo es negro y necesito color. Cuando me hacían falta sus risas, pintaron de color oscuro lo último que quedaba de luz.
No me gusta nada de lo que veo, no entiendo bien donde estoy parada y entonces no sé por donde hay que avanzar y voy cada vez más para atrás. Pero de algo estoy segura, después de las tormentas siempre sale el sol, SIEMPRE, y la vida siempre da una nueva oportunidad de ser felices. Yo sé eso. Y con eso me alcanza...

No hay comentarios: