
¡Feliz Navidad a todos!
Nadie como ellos me llenan tanto de vida. Me hacen feliz, me ponen triste cuando no los veo bien, me llenan de ternura y me enseñan cada día. Mis sobrinos son lo más lindo que me regaló la vida. Todos, el de sangre y los de corazón. Cada uno de ellos me muestra el mundo desde un lado distinto, más inocente, lleno de sonrisas y a veces también un poco duro.
Quienes me conocen, saben que me cuesta pensar la vida como un cuento de hadas. No creo en los ideales y sé que las personas y las relaciones entre ellas tienen más imperfecciones de lo que a uno le gustaría. Tengo mis propias definiciones para estas dos palabras, que no se parecen en nada a cualquiera de las frases cursis y prearmadas que transitan por el mundo. Tal vez tanta diferencia tenga que ver conmigo y no con los demás. Yo no soy como todos, miro la vida diferente, siento las cosas de otra manera y es mi forma de comunicarme y relacionarme con los demás la que hace que el color de rosa no exista en mi mundo. Aún así, creo en la amistad y creo en el amor. 
Me sentí completamente indentificada con esto que me llegó por mail. Me siento así casi todos los días: rara, confundida, como perdida, extrañando mis años de escuela secundaria y, sobre todo, a mis amigas del alma que ya casi no veo. Siempre pensé que me pasaba solamente a mí, porque últimamente ando medio loca y depresiva, pero parece que no, que hay varios que sienten lo mismo que yo.
Puede la vida dar un vuelvo en un instante? ¿Puede una frase hacerte sentir que ya nada malo puede pasar? Sí, puede. Como me pasó a mí aquel sábado 23 de diciembre de 2000. Esa noche el mundo se iluminó de repente, el frío desapareció, lo único que sentí fue la alegría inigualable de un sueño cumplido. Hasta ese momento sólo era un gran deseo imposible, pero descubrí que es cierta la frase "lo imposible sólo tarda un poco más". "Vas a ser tía", esa frase cambió mi vida. Y la de todos los que están cerca de él. Llenó de sonrisas el mundo, le dio vida a lo que parecía muerto, repartió amor a cada paso. Desde el día en que supe que iba a llegar me sentí más fuerte, comprendí que nada podía pasarme y que, si pasaba, me tenía que levantar porque debía estar de pie para verlo crecer. No se puede explicar con palabras el amor que le tengo desde la panza. No hay frase alguna que sea tan grande como para explicar cuando le agradezco que haya llegado a mi vida, que me regale alegrías, que sea mi amigo, que con sus 7 años sepa darse cuanta de todo lo que los grandes no ven. No hay forma de contar como se me paralizó el corazón aquel 25 de mayo, cuando lo tuve upa por primera vez, tan chiquito, con un gorrito que le tapaba toda la cabeza. Desde ese día es imposible estar mal si está cerca. No se puede llorar si viene una pulga de 2 años, te da su autito para jugar y te dice: "Ya no está más triste la tía". Él siempre está contento y es un gran ejemplo para imitar. Disfruta de todo: de los juegos, los deportes, los cuentos, el arte, las salidas, los amigos, la familia. Para todo está dispuesto, festeja cada detalle y tiene una gran personalidad. Es solidario y sencible, pero también tiene su carácter. Se parece un poco a mí en la timidez. Me maravilla lo interesante que puede ser hablar con él. Es más grande que muchos grandes y tiene la capacidad de mirar a su alrededor, de leer miradas, de escuchar. Podría pasarme el día intercambiando opiniones y noticias sobre cualquier tema que nos llame la atención. Puede ser un gran amigo, el mejor. 7 años tiene. Sólo 7. Y es enorme. Es grande porque nos llena de amor, porque nos regala vida en cada sonrisa, porque nos enseña. 7 años tiene, 7 años pasaron de aquella mañana en que llegó por sorpresa, 7 años hace ya de aquel viernes grandioso que cambió mi existencia. Y la de todos.
Miles de chicos están ahora afuera de sus casas. Tal vez con frío, tal vez con hambre, maltratados. O a lo mejor tratando de encontrarse a sí mismos.
Hoy podría escribir como periodista o puedo hacerlo como hincha. La forma de expresión sería completamente distinta, cambiarían las palabras, entraría o no en juego el sentimiento. Pero las lágrimas derramadas anoche me dicen que hoy debo plasmar mi mirada de hincha millonaria.
"Escribir, escribir hasta que ya no me queden fuerzas, eso quiero. Quiero vivir y morir con la lapicera en las manos.
No soy lo que ustedes querían que sea. Ya nunca más me verán reír. No me lo pidan, no lo esperen, porque no sucederá. No lo entenderán, ya lo sé.
Para aquellas que se levantan día a día en busca de sus sueños, que tienen toda la fuerza, que se llevan el mundo por delante, que llaman la atención en cada lugar que estén, que son felices, que aman su vida.
¡Gracias! ¡Mil gracias! Gracias por poner en palabras mi locura. Y por hacerme entender que en realidad no estoy loca. Gracias porque cada uno de mis sentimientos aparecen en tus libros. Y aprendo día a día que nombre le diste a mis diferentes locuras. ¡Gracias Sigmund Freud!
¿Por qué mentir? Simplemente para poder seguir relacionandose con otros, con todos aquellos que no aceptan tu verdad, que no soportan que expreses eso que sentís. Y hay que mentir, u ocultar, aunque quien sabe mirar, descubre que la mentira no se puede sostener.
Cajita de cristal, cajita que retiene voces, lugar extraño donde hay vida.
Al principio pensé que era casualidad, después se tornó algo… como decirlo… sospechoso… Pero al final se sintió rutinario. Y sí, estoy hablando de la mala suerte. Y para los que no creen, en este simple pero complejo par de palabras les voy a demostrar que si existe y cada día convive conmigo.
Hay amigos eternos, amigos que son de piel y otros que son de fierro.
Ita me delegó escribir los planes para el nuevo año. Primero pensé que estaba cansada y por eso me pasó esa tarea a mí. Después, ambas le echamos la culpa al calor y tercero, me di cuenta que me lo dejo a mí porque la otra noche, cuando festejábamos año nuevo, le nombré una serie de proyectos que, todos en general, hacemos cuando termina un año para realizar en el siguiente.
Algunos que recuerdo son estos: